hola,
soy Trini
Nudos con esencia
es mi sueño cumplido.
Nací en Cataluña, pero llevo la Alpujarra Granadina en mi corazón. Pasé allí parte de mi infancia y toda la adolescencia. Quizás por eso la naturaleza es tan importante para mí y, pudiendo vivir en una ciudad como Barcelona, he decidido vivir en un pueblito en el que puedo salir a pasear por el bosque y disfrutar del aire limpio y del tiempo lento.
Porque, sí, en los pueblos el tiempo es distinto. No necesitamos que todo sea para ya, sino que nos tomamos el tiempo de disfrutar de los procesos.
Cuando yo vivía en Ugíjar, mi pueblo de la Alpujarra, había un montón de artesanos, cada uno especialista en lo suyo: el alfarero, el herrero, el afilador, el zapatero, el canastero. Casi todo estaba hecho a mano, con mimo y con mucho amor. Y todo el mundo cuidaba muchísimo sus pertenencias, no tanto porque les hubiesen costado mucho, sino porque se percibía que, en el fondo, eran obras de arte. Aunque pareciera una olla, o un capazo, en realidad era una obra de arte.
Porque hay que tener arte para ser artesano, para crear con tus manos algo que no existe. Incluso, a veces, inventarlo de cero.
No recuerdo haber visto a mi madre o a mis abuelas y tías hacer macramé, pero sí hacer punto, bordar, coser remiendos… y hacer crochet. Ganchillo se llama también.
Quizás por eso la elegí como extraescolar cuando era pequeña. Recuerdo lo feliz que me hacía ver cómo se iba formando algo de la nada, y lo poderosa que me sentía por poder crearlo a mi antojo, del color que quisiera, con el grosor de hilo que quisiera…
Dejé de hacer crochet, porque la vida te pide que pruebes cosas nuevas y hay que hacer espacio, pero al nacer mi hija, me apeteció tejer gorros para ella.
Ese fue el detonante para decidir trabajar desde casa, con la conciliación familiar como norte y haciendo lo que realmente me llena.
Nudos con esencia
es mi sueño cumplido.
Nací en Cataluña, pero llevo la Alpujarra Granadina en mi corazón. Pasé allí parte de mi infancia y toda la adolescencia. Quizás por eso la naturaleza es tan importante para mí y, pudiendo vivir en una ciudad como Barcelona, he decidido vivir en un pueblito en el que puedo salir a pasear por el bosque y disfrutar del aire limpio y del tiempo lento.
Porque, sí, en los pueblos el tiempo es distinto. No necesitamos que todo sea para ya, sino que nos tomamos el tiempo de disfrutar de los procesos.
Cuando yo vivía en Ugíjar, mi pueblo de la Alpujarra, había un montón de artesanos, cada uno especialista en lo suyo: el alfarero, el herrero, el afilador, el zapatero, el canastero. Casi todo estaba hecho a mano, con mimo y con mucho amor. Y todo el mundo cuidaba muchísimo sus pertenencias, no tanto porque les hubiesen costado mucho, sino porque se percibía que, en el fondo, eran obras de arte. Aunque pareciera una olla, o un capazo, en realidad era una obra de arte.
Porque hay que tener arte para ser artesano, para crear con tus manos algo que no existe. Incluso, a veces, inventarlo de cero.
No recuerdo haber visto a mi madre o a mis abuelas y tías hacer macramé, pero sí hacer punto, bordar, coser remiendos… y hacer crochet. Ganchillo se llama también.
Quizás por eso la elegí como extraescolar cuando era pequeña. Recuerdo lo feliz que me hacía ver cómo se iba formando algo de la nada, y lo poderosa que me sentía por poder crearlo a mi antojo, del color que quisiera, con el grosor de hilo que quisiera…
Dejé de hacer crochet, porque la vida te pide que pruebes cosas nuevas y hay que hacer espacio, pero al nacer mi hija, me apeteció tejer gorros para ella.
Ese fue el detonante para decidir trabajar desde casa, con la conciliación familiar como norte y haciendo lo que realmente me llena.
Sin embargo, aunque lo tenía decidido, fue la pandemia la que me dio el empujón que necesitaba: lo dejé todo y empecé a darle forma a lo que hoy ves en esta web.
Un proyecto que me permite pasar el día entre cuerdas y nudos, y crear con mis manos. Que me permite trabajar cuando más me apetece y conciliar sin problema mi vida familiar. Que me permite vivir con un ritmo lento, como en mi pueblo, e incluso irme a pasar temporadas allí.
Pero también me permite enseñar este arte centenario, transmitir la belleza de la creación y la creatividad, y lo terapéutico que puede llegar a ser sentarte un rato solo a crear, solo por puro placer.
Sin embargo, aunque lo tenía decidido, fue la pandemia la que me dio el empujón que necesitaba: lo dejé todo y empecé a darle forma a lo que hoy ves en esta web.
Un proyecto que me permite pasar el día entre cuerdas y nudos, y crear con mis manos. Que me permite trabajar cuando más me apetece y conciliar sin problema mi vida familiar. Que me permite vivir con un ritmo lento, como en mi pueblo, e incluso irme a pasar temporadas allí.
Pero también me permite enseñar este arte centenario, transmitir la belleza de la creación y la creatividad, y lo terapéutico que puede llegar a ser sentarte un rato solo a crear, solo por puro placer.
Eso sí, tenía claro que si creaba este proyecto, tenía que tener mis valores.
Solo utilizo cuerda de algodón español, de la más alta calidad, para que te dure muchos años y que sea seguro incluso que la chuperretee un bebé.
Las maderas, las cojo yo misma del bosque de detrás de mi casa en mis paseos, y las trato con productos 100% naturales (como el vinagre) para que estén suaves y duren más. Jamás uso lejías ni productos agresivos.
Además de la sostenibilidad, otro valor fundamental para mí es la conexión personal.
Siempre he sido más amiga del presencial que de los formatos online, pero voy encontrando la manera de que, aunque nos separen cientos de kilómetros, podamos sentirnos como si entraras a mi tienda en el pueblito y echaras un rato conmigo entre cuerdas.
Por eso no tengo casi stock, y dejo que cada pedido sea único, con los colores y, a veces, con los tamaños que elija la clienta. Me encanta crear la pieza pensando en esa persona, en lo que me ha contado de ella misma o de la persona a la que va a regalar, en la estancia que va a adornar ese tapiz o para qué ocasión quiere esos pendientes…
Y cómo disfruto si después recibo una fotito de cómo ha quedado al final. De lo guapas que iban, o de cómo luce la lámpara en su esquina. O me cuentan que todo el mundo les pregunta por su correa para llevar la esterilla de yoga, o que el cordón para el móvil es el tema de conversación en el trabajo. Qué orgullo me hacen sentir…
Eso sí, tenía claro que si creaba este proyecto, tenía que tener mis valores.
Solo utilizo cuerda de algodón español, de la más alta calidad, para que te dure muchos años y que sea seguro incluso que la chuperretee un bebé.
Las maderas, las cojo yo misma del bosque de detrás de mi casa en mis paseos, y las trato con productos 100% naturales (como el vinagre) para que estén suaves y duren más. Jamás uso lejías ni productos agresivos.
Además de la sostenibilidad, otro valor fundamental para mí es la conexión personal.
Siempre he sido más amiga del presencial que de los formatos online, pero voy encontrando la manera de que, aunque nos separen cientos de kilómetros, podamos sentirnos como si entraras a mi tienda en el pueblito y echaras un rato conmigo entre cuerdas.
Por eso no tengo casi stock, y dejo que cada pedido sea único, con los colores y, a veces, con los tamaños que elija la clienta. Me encanta crear la pieza pensando en esa persona, en lo que me ha contado de ella misma o de la persona a la que va a regalar, en la estancia que va a adornar ese tapiz o para qué ocasión quiere esos pendientes…
Y cómo disfruto si después recibo una fotito de cómo ha quedado al final. De lo guapas que iban, o de cómo luce la lámpara en su esquina. O me cuentan que todo el mundo les pregunta por su correa para llevar la esterilla de yoga, o que el cordón para el móvil es el tema de conversación en el trabajo. Qué orgullo me hacen sentir…
Y luego están los talleres… ¡Ay, los talleres! ¡Cómo los disfruto!
Pasar 2 o 3 horas entre risas con amigas, o primas, o compañeras de trabajo, que comparten su amor por lo artesano, o que buscan compartir tiempo de calidad juntas… ¡Qué bien nos lo pasamos!
Con esta web, espero poder transmitirte mi amor por el macramé, y que encuentres lo que necesitas, ya sea un producto para decorar tu casa, un complemento para ti, un regalo especial o un taller para aprender a hacerlo tú misma.
Y, sobre todo, que conectemos. Para que podamos disfrutarlo juntas.
Como en el pueblo.
Y luego están los talleres… ¡Ay, los talleres! ¡Cómo los disfruto!
Pasar 2 o 3 horas entre risas con amigas, o primas, o compañeras de trabajo, que comparten su amor por lo artesano, o que buscan compartir tiempo de calidad juntas… ¡Qué bien nos lo pasamos!
Con esta web, espero poder transmitirte mi amor por el macramé, y que encuentres lo que necesitas, ya sea un producto para decorar tu casa, un complemento para ti, un regalo especial o un taller para aprender a hacerlo tú misma.